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1. LA ÉTICA DEL REINO ó LA ÉTICA DE CRISTO
A lo largo de la historia de la humanidad han existido varias escuelas, corrientes de pensamiento o sistemas éticos que promulgan -a su conveniencia-, la mejor manera de conducirse en nuestro mundo.
La filosofía, sociología, antropología y todas las ciencias que estudian el comportamiento del ser humano con su entorno están de acuerdo que son siete las escuelas de ética consideran históricas. Estas son:
1.1. La ética de los sentimientos.
La conducta o comportamiento del ser humano se mide a través de los sentimientos. El bien obrar o el mal obrar se juzgará por medio de los sentimientos con los que se obró. Ejemplo: “Si una mujer asesina a su esposo simplemente porque ya no quería vivir con él, inmediatamente la juzgamos y la tildamos de asesina. Pero si esta misma mujer presenta una historia conmovedora de maltrato familiar, violencia física y sicológica por años, lo más probable que surja en la audiencia sentimientos de empatía hacia la mujer”. Estos sentimientos incluso influyen en los organismos ejecutores de la ley civil.
1.2. La ética de la Intuición.
Es un sistema ético donde se emiten juicios valorativos por intuición, es decir, al instante, sin razonar, sin buscar evidencias, sin preguntar, sino, se juzga por lo que se ve. Ejemplo: “Un hombre es visto cenando con una hermosa joven en un restaurante de la ciudad, la joven es bella, fina, con una hermosa cabellera y mucho menor que él. Alguien que pasa los ve muy amorosos, entonces va rápido y le cuenta a la esposa del hombre lo acontecido, le dice que ha visto a su esposo siéndole infiel con una mujer menor. La esposa responde, no, no es su amante, es la hija de su primer matrimonio, cena con ella una vez al mes”.
1.3. El hedonismo.
Es una corriente de pensamiento antiguo, que viene de Grecia, que enseñaba que todo aquello que produce placer al ser humano es bueno, por el contrario todo aquello que le produce dolor, sacrificio, esfuerzo y trabajo es malo. Ejemplo: “La película ‘El silencio de los inocentes’ de Anthony Hopkins ilustra perfectamente el caso de una persona que gustaba, se deleitaba en comer carne humana. Para él, esto era placentero y por lo tanto bueno”. El hedonismo está estrechamente relacionado con el círculo light, o “la ley del menor esfuerzo”, muy presente en la sociedad posmoderna de hoy.
1.4. El utilitarismo.
El utilitarismo es la modernización del hedonismo. ¿De qué trata? Mientras que el hedonismo busca la felicidad, el placer individual, el utilitarismo busca la felicidad, placer de la sociedad. Cuando muchos individuos declaran con hechos una acción, entonces tal acción debe convertirse en norma social y comunitaria. Ejemplo: “El matrimonio civil entre personas del mismo sexo. Décadas atrás esto era innombrable, pero debido al aumento explosivo de uniones de hecho, se piensa que si esto satisface a un segmento de la sociedad, entonces debe ser bueno, ¿en qué podría dañar este tipo de uniones? Si ellos/as son felices, dejémoslo que sean felices (pensamiento social utilitarista)”.
1.5. El positivismo moral.
Se fundamenta sobre un contrato social. Es un pacto, alianza, entre el estado y la sociedad. La población se somete al estado y obedece las leyes que él emite a cambio de la seguridad y bienestar que el estado le brinda. El estado, por medio de leyes se encarga de decir lo que es bueno o malo para la sociedad. Una persona que no cumpla con estas leyes es catalogada por el estado y la sociedad misma, una mala influencia y por tanto debe ser apartada, ya sea encarcelándola o asesinándola. Ejemplo: “El gobierno establece las leyes de tránsito. Estas leyes deben ser obedecidas por la sociedad, a cambio, las personas exigen seguridad en las vías, más policías fiscalizando, carreteras en buen estado, etc.”.
1.6. La ética de las situaciones.
Este tipo de ética enseña que los valores son relativos, no existen los absolutos, los principios son flexibles y la conducta del individuo se ajustan a los parámetros de la sociedad; es decir, lo bueno o lo malo dependerá de la situación, circunstancia y lugar donde ocurra el hecho. Ejemplo: “Para los occidentales tener una esposa es algo normal y bueno, para ciertos países orientales nuestra conducta es reprochable y habla de mala administración económica así como de pobreza”. La posmodernidad enseña que todo es relativo y todo depende del lente con que se mire.
1.7. La ética de la ley natural.
La naturaleza en sí apunta hacia el bien, hacia lo bueno. Los seres humanos tienden a hacer el bien, sean cristianos, judíos, mahometanos, etc. Hay una conciencia universal –natural-, que los guía hacia la construcción de un mundo mejor. Oponerse a este bien es “contra-natural”. Ejemplo: “Los padres cuidan, protegen y aman a sus hijos. Cuando un padre abusa sexualmente de un hijo, se dice de él un padre anti-natural, porque se opuso a la ley natural de hacer el bien”. No importa si ese padre es occidental u oriental, si profesa algún credo religioso o no, él sabía que no debía abusar de su hijo. ¿Quién se lo dijo? La naturaleza misma nos enseña en forma innata los principios buenos que nos ayudara a convivir y preservar nuestra especie.
1.8. La Ética de Cristo.
¿Cuál es entonces el mejor sistema ético para enseñarlo y practicarlo de los siete presentados? ¿Alguno de ellos concuerda con nuestra manera de vivir cristiana y por tanto aplicable a nuestro contexto?
Ninguno de los siete sistemas éticos es, en su totalidad, concordante con nuestros principios cristianos. En las Escrituras hallamos varias enseñanzas de cómo vivir la vida, entre ellas las del apóstol Pablo, Pedro, Juan y Santiago; sin embargo, todas encuentran su origen en las enseñanzas del Maestro, quien instituyó una nueva manera de vivir, instaurando un sistema ético llamado “La Ética del Reino” o mejor conocida como “La ética de Cristo”.
Estudiemos –brevemente-, las propuestas de esta ética cristiana.
1.8.1. El Sermón del Monte: Si bien en todos los evangelios encontramos a Jesús enseñando, predicando y sanando, sólo en Mateo vemos reflejado los principios del Reino con profundidad y a la vez sencillez, nos referimos al Sermón del Monte o Sermón de la Montaña, plasmado en los capítulos 5, 6 y 7.
Mateo se dedicó a recopilar todas las enseñanzas del Maestro a lo largo de los tres años de su ministerio, luego las escribió sistemáticamente o en bloque en los capítulos ya mencionados. ¿Con qué fin? Primero, para ser el texto para los maestros de la Iglesia Primitiva, con el objeto de adiestrar a los nuevos discípulos en la fe cristiana; en segundo lugar, para enseñar a los fariseos y saduceos la verdadera religión y a los discípulos de Cristo a vivir conforme quiere Dios.
¿Qué enseñanzas contiene este maravilloso sermón? ¿Cuál es su estructura?
- Una introducción: Las bienaventuranzas (Mateo 5:1-12), que son un mini-mensaje de motivación a practicar una vida que agrada a Dios, pues al hacerlo seremos “dichosos”, “felices”, “prósperos”; es decir, nos irá bien.
- Un doble llamado a influir en la sociedad secular: (5:13-16). “Debemos ser sal” (5:13) y “luz” (5:14).
- Un ejemplo perfecto del ejercicio de la ética de Dios, Jesús (5:17-20).
- Cinco Enseñanzas respecto a “la justicia perfecta”: El homicidio (5:21-24; El adulterio y el divorcio (5:27-32); Los juramentos (5:33-37); La ley del desquite (5:38-42); El amor al prójimo y al enemigo (5:43-48).
- Tres Enseñanzas respecto a “las obras”: Limosnas ó caridad (6:2-4); Oración en secreto (6:5-15); Ayuno en secreto (6:16-18).
- Una advertencia contra la avaricia y la ansiedad (6:19-34).
- Tres Amonestaciones a sus Discípulos con sus ejemplos: “No juzgar” (7:1-5); “Cuidado con los falsos profetas” (7:15-20); “Poner en práctica” (7:21-27).
Cabe resaltar que el final del Sermón del Monte es sencillamente genial, “obra maestra del Maestro” (Mateo 7:24-27), donde Jesús cierra el discurso advirtiendo que en su audiencia inmediata –y a lo largo de la historia-, han existido, existen y existirán dos tipos de alumnos: Los que oyen las instrucciones del maestro y no las ponen en práctica, y quienes sí las aplican. Los resultados para unos y otros se hacen evidentes en el desarrollo de sus vidas. Es mejor –obviamente-, aplicar las palabra del Maestro, pues así nuestra casa, nuestra vida misma, estará firme ante los embistes del mundo.
Pero… ¿Cómo interpretar este sermón? “El Sermón de la Montaña” se debe leer y entender como el modelo de la ética que Jesús propone a sus discípulos. Es un conjunto de normas que la Iglesia debe seguir.
Trabajo en clases: Tome su Biblia y lea en silencio y con una actitud solemne, de recogimiento, los tres capítulos del Sermón de la Montaña, luego, elija tres versículos que a su juicio hablan directamente a su vida. Medite en ellos y escriba en su cuaderno de qué manera, por qué razón tales versículos llamaron su atención.
2. SANTIDAD EN MEDIO DE LA POSMODERNIDAD
¿Se puede ser santo hoy? Cada vez parece ser más difícil mantenerse puro, íntegro, sin mancha y apartado del pecado en un mundo convulsionado como el nuestro. Los valores ya no son los mismos, los principios del bien y el mal han cambiado, la justicia se torna injusta y la moral ha perdido validez.
Estamos en la era de la posmodernidad, una época que conlleva una gama de propuestas nunca antes vista.
2.1. Posmodernidad.
Varios libros, documentos y artículos se han escrito sobre la posmodernidad, intentando definir qué mismo es.
La posmodernidad es una nueva era en la historia del ser humano, la cual nació aproximadamente a mediados del Siglo XX producto del desencanto de la sociedad de la modernidad y la razón. Si bien en la era moderna primaba el grito cartesiano “pienso, luego existo”, la era posmoderna trajo una nueva forma de ver y experimentar el mundo: “siento, luego existo”.
2.1.1. Definición: En Wikipedia encontramos la siguiente definición: “El término posmodernidad o postmodernidad designa generalmente a un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, definidos en diverso grado y manera por su oposición o superación del moderno. En sociología en cambio, los términos posmoderno y posmodernización se refieren al proceso cultural observado en muchos países en las últimas dos décadas, identificado a principios de los 78, esta otra acepción de la palabra se explica bajo el término posmaterialismo. Las diferentes corrientes del movimiento postmoderno aparecieron durante la segunda mitad del siglo XX. Aunque se aplica a corrientes muy diversas, todas ellas comparten la idea de que el proyecto modernista fracasó en su intento de renovación radical de las formas tradicionales del arte y la cultura, el pensamiento y la vida social”.
2.1.2. Características de la Posmodernidad:
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En contraposición con la Modernidad, la Posmodernidad es la época del desencanto. Se renuncia a las utopías y a la idea de progreso de conjunto. Se apuesta a la carrera por el progreso individual.
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Se reconocen los límites de las ciencias modernas en cuanto a la generación de conocimiento verdadero, acumulativo y de validez universal.
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Se produce un cambio en el orden económico capitalista, pasando de una economía de producción hacia una economía del consumo.
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Desaparecen las grandes figuras carismáticas, y surgen infinidad de pequeños ídolos que duran hasta que surge algo más novedoso y atractivo.
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La revalorización de la naturaleza y la defensa del medio ambiente se mezcla con la compulsión al consumo.
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Los medios masivos y la industria del consumo masivo se convierten en centros de poder.
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Deja de importar el contenido del mensaje, para revalorizar la forma en que es transmitido y el grado de convicción que pueda producir.
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Desaparece la ideología como forma de elección de los líderes siendo reemplazada por la imagen.
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Hay una excesiva emisión de información (frecuentemente contradictoria), a través de todos los medios de comunicación.
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Los medios masivos se convierten en transmisores de la verdad, lo que se expresa en el hecho de que lo que no aparece por un medio de comunicación masiva, simplemente no existe para la sociedad.
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El receptor se aleja de la información recibida quitándole realidad y pertinencia, convirtiéndola en mero entretenimiento.
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Se pierde la intimidad y la vida de los demás se convierte en un show (susceptible, además, de valoración económica).
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Desacralización de la política.
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Desmitificación de los líderes.
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Cuestionamiento de las grandes religiones. La iglesia, la Biblia y los principios cristianos no son importantes.
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Los individuos sólo quieren vivir el presente; el futuro y el pasado pierde importancia.
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Hay una búsqueda de lo inmediato.
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Proceso de pérdida de la personalidad individual.
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La única revolución que el individuo está dispuesto a llevar a cabo es la interior.
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Se rinde culto al cuerpo y la liberación personal.
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Se vuelve a lo místico como justificación de sucesos.
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Hay una constante preocupación respecto a los grandes desastres y al fin del mundo.
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Pérdidas de fe en la razón y la ciencia, pero en contrapartida se rinde culto a la tecnología.
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El hombre basa su existencia en el relativismo y la pluralidad de opciones, al igual que el subjetivismo impregna la mirada de la realidad.
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Pérdida de fe en el poder público.
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Despreocupación ante la injusticia.
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Desaparición de idealismos.
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Pérdida de la ambición personal de autosuperación.
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Desaparición de la valoración del esfuerzo.
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Existen divulgaciones diversas sobre la Iglesia y la creencia de un Dios.
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Aparecen grandes cambios en torno a las diversas religiones.
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La gente se acerca cada vez más a la inspiración 'vía satelital'.
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Las personas aprenden a compartir la diversión vía Internet.
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Se crean teorías de la conspiración permanentemente, para explicar los grandes problemas económicos, políticos, sociales, religiosos y medioambientales.
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El concepto de pecado, maldad, inmoralidad, es relativo y permisivo al extremo.
2.2. Santidad Hoy.
“Al contrario, vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los llamó, es santo; pues la Escritura dice: ‘Sean ustedes santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:15-16).
Pero, ¿es posible ser santo, ser santa? ¿Cómo es posible ser perfectos como el mismo Padre celestial es perfecto? ¿Cómo es posible ser santos como Dios es santo, si lo que constatamos tantas veces es nuestra propia fragilidad, nuestra debilidad ante la tentación, el volver a caer una y otra vez en "los mismos pecados de siempre" a pesar de nuestros esfuerzos, la dificultad para vencer hábitos que nos hacen proclives al pecado, el hacer el mal que no queríamos y dejar de hacer el bien que nos habíamos propuesto hacer? Ha dicho el Señor y en Él hemos de confiar: lo que para el hombre es imposible, es posible para Dios (Leer Lucas 18:27). Sí, la santidad es ante todo una obra de Dios en nosotros, que, a la vez, ciertamente requiere de nuestra cooperación. Por ello no debemos dar cabida al escepticismo o la desesperanza, ni tampoco hay que pretender ser una persona "excepcional" para poder ser santo. ¡No! Podemos realmente llegar a ser santos, no sólo por nosotros mismos, sino en la medida que permanezcamos unidos al Señor Jesús como el sarmiento permanece unido a la vid (Leer Juan 15:5).
Bien, todos sabemos lo que es la santidad, o al menos tenemos idea. La santidad es una de las características de Dios (sin mancha, puro, sin pecado, íntegro, justo). Si no, recordemos el origen etimológico de esta palabra:
- Santidad viene del hebreo qadosh, que significa “apartado, separado, consagrado para Dios”.
- En griego, santidad viene de hagios, y significa: “Separado, semejanza de Dios, la naturaleza íntima de Dios, separado para Dios, reservado para Dios y su servicio”. Un Dios santo quiere un pueblo santo.
Pablo nos aconseja a no vivir de acuerdo al sistema pecaminoso de hoy (un sistema sin Dios). No vamos a aceptar las normas de una era cuyo régimen es la tolerancia al pecado, el libertinaje sexual, la inmoralidad de mente, la injusticia social; más bien, nos opondremos en pensamiento y acción. Al menos, eso nos sugiere el apóstol en su carta a los Romanos: “Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto” (Romanos 12:2).
2.3. ¿Cómo ser Santo?
Hemos definido los conceptos pastor, ministro, siervo, ética; hemos estudiado los siete sistemas éticos y nos hemos concentrado en la ética de Cristo en el sermón de la montaña; también hemos hablado de posmodernidad, su definición y características; vimos –aunque brevemente-, el concepto santidad, todo esto con el fin de dar un pantallazo al tema que nos reúne hoy, “ética ministerial”. Pero… ¿cómo ser santo, en forma práctica?
La santidad y su ejercicio no es algo puramente reflexivo, sino mucho más de trabajo, de poner en práctica.
La santidad debe canalizarse por tres vías, cada una de ellas ligadas a la vida diaria del ministro.
2.3.1. Tus Pensamientos:
Filipenses 4:8. “En fin, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso” (Filipenses 4:8).
Hay un viejo dicho popular que dice: “Eres lo que piensas”. ¿Qué tan verdad es esto? Los investigadores del comportamiento humano indican que una persona promedio sostiene un diálogo interno consigo misma unas 5.000 veces por día. Y el 85 % de este diálogo es negativo, ejemplo: “No debí decir esto; creo que mi conferencia no está gustando; que feo soy, jamás se fijará en mí; este vestido me hace lucir gorda; creo que no le simpatizo al grupo; jamás me darán el aumento de sueldo; nunca podré pagar esa deuda; que tonto fui, etc.”.
La neurociencia nos indica que los pensamientos tienen un potente efecto sobre nosotros. Tanto los pensamientos positivos como los negativos afectan nuestra vida, para bien o para mal respectivamente. James Allen, autor de “según piensa un hombre” dijo: “Un hombre es literalmente lo que piensa”. Así entonces si yo decido pensar que soy tonto, que no sirvo, que soy un inútil, eso es justamente lo que pasará conmigo. En cambio, si pienso que soy inteligente, soy capaz y que puedo salir adelante, eso es lo que tarde o temprano pasará. Los pensamientos afectan mi estado interno y se reflejarán en mi conducta externa. Pensamientos sanos, vida sana; pensamientos santos, vida santa.
Algunos ejemplos prácticos: Los pensamientos negativos nos hacen tartamudear, derramar las cosas, transpirar más de la cuenta, respirar agitadamente, sentir miedo, nos paralizan y hasta pueden matarnos.
Los pensamientos positivos en cambio nos motivan, nos dan fuerza interna y externa, nos estimulan a seguir adelante, nos dan esperanza, nos empujan a sobrevivir, etc.
Pero, ¿qué dice la Biblia respecto a esto? Si bien en ella no encontramos términos modernos como liderazgo, gerencia del pensamiento, inteligencia emocional, neurociencia del comportamiento, etc. En sus páginas sí encontramos consejos sobre qué pensar para así vivir una vida sana y santa.
Explicación breve de Filipenses 4:8.
El apóstol Pablo nos enseña que aún nuestros pensamientos deben ser sometidos a la voluntad de Dios, y que debemos procurar pensar en cosas buenas, positivas y productivas. ¿Por qué diría esto? Estoy convencido que el Espíritu Santo dirigió al apóstol a enseñarnos un nuevo lenguaje. El Espíritu quería que su iglesia aprendiera Su lenguaje, el lenguaje del Espíritu. ¿Y cuál es este lenguaje? “Es pensar positivamente reconociendo a Dios como quien quiere que seamos felices, prósperos y productivos” (Leer Juan 10:10, “Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente”).
Si Dios quiere que seamos santos, felices, positivos y productivos, ¿por qué invertimos tanto tiempo en pensamientos destructivos, de muerte, odio, venganza, placer sexual, mentiras, robos, codicias, etc.? Sin duda que la ociosidad nos lleva a divagar con pensamientos pecaminosos y desagradables a Dios. A veces estamos presentes en cuerpo en la iglesia, pero nuestra mente está ausente. A veces estamos como aquel somnoliento Eutico sentados en la ventana (Hechos 20:7-9); con un ojo afuera y otro adentro de la iglesia, con un oído en el mundo y el otro en el predicador o con un pensamiento inmundo y otro santo; o estamos pensando en Dios pero también en el mundo; o pensamos que Dios nos puede socorrer pero también pensamos que si compramos la lotería podemos obtener un buen premio; o pensamos en lo linda que es nuestra esposa pero igual miramos a la “hermanita” del lado; o bien pensamos en lo mucho que queremos servir a Dios pero también pensamos que es muy tarde, es muy lejos, hace frío, hace calor, etc.
Finalmente, en 1ª Reyes 18:21 se nos dice: “Elías decía: ¿Hasta cuándo estarán indecisos vosotros entre dos pensamientos? Si el señor es el verdadero Dios, síganlo a Él, y si Baal lo es, a él deberán seguirlo”.
En otras palabras, si sabemos que los pensamientos positivos nos ayudan a construir una vida mejor (una vida santa) y los negativos la destruyen, decidamos hoy qué tipo de pensamientos ocuparán nuestra mente.
Proverbios 27:19, “En el agua se refleja el rostro, y en los pensamientos se refleja el hombre”.
Proverbios 4:23, “Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida”.
Romanos 12:2, “No vivan según el modelo de este mundo. Mejor dejen que Dios cambie su vida con una nueva manera de pensar. Así podrán entender y aceptar lo que Dios quiere para ustedes y también lo que es bueno, perfecto y agradable a Él”.
2.1.2. Tus Palabras: ¿Qué tan importante son nuestras palabras? ¿Por qué la Biblia nos recomienda tanto cuidar lo que hablamos? ¿Cuanto afecta a nuestras vidas y a quienes nos rodean lo que decimos? ¿Realmente las palabras pueden hacer de nosotros personas más santas?
Proverbios 4:24. No permitas que salgan falsedades de tu boca ni que tus labios digan mentiras.
Proverbios 6:16-17. El Señor odia seis cosas; mejor dicho, hay siete cosas que Él detesta: Los ojos orgullosos, la lengua mentirosa, las manos que matan gente inocente.
Proverbios 10:10-11. El que guiña el ojo causa problemas; el que habla sinceramente trae la paz. Las palabras del justo son fuente de vida, pero la boca del perverso solo oculta violencia.
Proverbios 10:19-21. El que mucho habla, mucho yerra; el sabio aprende a callar. La lengua del justo es como plata pura; los pensamientos del perverso no valen nada. Los labios del justo ayudan a mucha gente; los insensatos mueren por su torpeza.
Proverbios 10:31-32. La boca del justo habla sabiduría; al perverso se le cortará la lengua. El justo sabe decir lo que agrada; los perversos solo hablan porquerías.
Proverbios 11:12. El torpe habla mal de sus semejantes; el inteligente sabe cuando callar.
Proverbios 12:6. Las palabras del perverso son una emboscada sangrienta, pero las palabras del justo lo ponen a salvo.
Proverbios 12:18. El que habla sin pensar hiere como una espada, pero lo que dice el sabio trae alivio.
Proverbios 13:3. Medirse en las palabras es proteger la vida, pero el que habla demasiado termina destruyéndose.
Proverbios 18:20-21. Tu forma de hablar te alimentará, lo que digas te saciará. Lo que uno habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las consecuencias los que no miden sus palabras.
Proverbios 20:15. El oro y las joyas lo enriquecen a uno, pero vale mucho más el que mide sus palabras
Proverbios 25:11. Decir la palabra adecuada en el momento preciso es como manzana de oro servida en bandeja de plata
Pensamientos y Palabras.
Lo primero que debemos decir es que pensamientos y palabras están conectados. Leamos lo que dice la Biblia al respecto: “El que es bueno lo es en su corazón y habla lo que tiene allí, de igual manera el malo lo es en su corazón y habla de lo que tiene allí; porque las palabras revelan lo que hay en el corazón” (Lucas 6:45). El término corazón se debe entender aquí como “mente, ó lugar donde radican los pensamientos”. Así entonces, una buena traducción quedaría así: “Las palabras que salen de tu boca revelan lo que hay en tus pensamientos”. De ahí la importancia de llenar nuestra mente con pensamientos positivos, productivos y felices (Filipenses 4:81[1]).
El Poder de la Palabra Hablada.
La Teología Judía antigua creía que al hablar, “el hombre cambiaba la historia de sí mismo y de sus semejantes”. ¿A qué se referían con esto? Los judíos pensaban que la palabra hablada tenía un poder espiritual capaz de transformar el mundo material, o más bien, el lugar donde vivían, las personas y naturaleza.
Ellos concibieron esta idea al leer los relatos de la creación donde se muestra a Jehová creando los cielos y la tierra por medio de su palabra hablada (Leer Génesis 1:1-31). En este capítulo se menciona varias veces la frase “Y dijo Dios…”. Para los judíos esto era muy importante porque se muestra a Dios creando de la nada, algo bueno (“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” Génesis 1:31a). Por otra parte, el Salmo 33:6 declara, “El Señor creó los cielos con sus palabras. Todas las estrellas del firmamento fueron creadas con uno solo de sus suspiros”.
Los judíos pensaban que este atributo de crear, no era exclusivo de Dios; sino de los seres humanos también. ¿Cómo llegaron a esta conclusión? Por lógica elemental: Ellos pensaron que al ser creados por Dios a su Imagen y Semejanza (Génesis 1:26 y 2:7), ellos también poseían el atributo de crear por medio de las palabras. De hecho esta idea tiene su fundamento en Génesis 1:1 cuando dice “En el principio creó Dios…”. Resulta que en el idioma original –arameo-, el versículo dice así: “En el sin principio, Dios comenzó a crear…”. Nótese que crear es muy diferente a creó. Creó denota algo ya acabado, culminado, pero crear (del vocablo bará), da la idea de continuidad; es decir, los judíos pensaban que Dios construyó un mundo a medio terminar, inacabado, e imperfecto a propósito para que el ser humano lo terminase, lo culminara y lo llevara a la excelencia. ¿Cómo harían esto? Es la pregunta que los rabinos se hacían, y la respuesta es esta: “Por medio de nuestras manos, inteligencia y palabras”. De ahí que los judíos antiguos tienen la firme convicción que “las palabras habladas tienen un poder sobrenatural que pueden construir o destruir la vida de una persona y sus semejantes, la naturaleza y el cosmos”.
Nuestras Palabras pueden conducirnos a la Vida o la Muerte, a la Santidad o Inmoralidad.
En el libro de Santiago leemos: “Con un pequeño timón los pilotos obligan a grandes barcos a ir a donde ellos quieren, aún en medio de fuertes vientos. De la misma manera, la lengua es una pequeña parte del cuerpo, pero presume de grandes cosas” (Santiago 3:4-5a).
El contexto de este pasaje es una exhortación del apóstol a cuidar nuestra lengua. ¿Por qué diría esto? (Leer todo el pasaje en 3:1-12). Santiago nos da la clave en el verso 4: Así como un pequeño timón puede dirigir una embarcación en medio del mar, incluso atravesando una tormenta; así también nuestras palabras (la lengua), tienen el poder de direccionar nuestra vida hacia la vida; es decir el éxito, o la muerte; es decir el fracaso. A esto mismo se refiere Salomón cuando dijo: “Lo que uno habla determina la vida y la muerte…” (Proverbios 18:21).
Pero, ¿cómo mis palabras podrían conducirme al éxito o al fracaso, a la sanidad o enfermedad, santidad o pecado? La respuesta la encontramos en la neurociencia. Esta disciplina informa que en el cerebro radica una parte llamada “el centro del habla”. En dicho lugar los pensamientos son procesados por el cerebro y expresados hacia el exterior por medio de palabras. Los pensamientos y palabras -indican los expertos -, están muy relacionados entre sí, son inseparables.
Estos médicos sostienen que los pensamientos y sobre todo las palabras habladas tienen un tremendo efecto sobre el cuerpo humano. Ellos afirman que una persona podría mantenerse sana y feliz si tan solo aprendiera a controlar sus palabras y pronunciar aquellas que lo conduzcan hacia un estado de suprema felicidad. ¡Increíble! Esto lo afirma la ciencia médica, pero ya el apóstol Santiago nos enseñaba esto miles de años atrás.
Ejemplo: si una persona constantemente está diciendo que se siente enferma, es lógico, dicen estos expertos, que el organismo se predisponga a enfermarse. Esto es muy común con resfríos o gripes, pero se ha sabido casos más graves como cáncer o alguna otra enfermedad mortal. Otro ejemplo lo encontramos en la siquiatría. Algunos siquiatras han llegado a sostener que una persona que constantemente está hablando cosas negativas, destructivas, nocivas, impuras, terminará por convencerse que la vida es negativa, destructiva, nociva e inmoral, llegando incluso a vivir una vida sucia, moralmente hablando.
La Biblia es clara. Debemos aprender un nuevo lenguaje, una nueva forma de comunicarnos interiormente y con los demás. Debemos aprender un lenguaje santo, limpio, edificante.
Las palabras habladas tienen un tremendo poder sobre nuestro organismo, sobre nuestras decisiones, sobre la forma en que miramos la vida. Las palabras que pronunciamos son el reflejo de nuestros pensamientos; de ahí que no basta con hablar palabras positivas, debemos primero llenar nuestro corazón y mente con pensamientos de Dios, pensamientos de felicidad, optimismo y edificación -Filipenses 4:8-, pensamientos “santos”. Una vez hagamos esto, pronunciemos palabras de bendición, de gozo, de triunfo; ¡declaremos siempre Victoria aún medio del llanto!, palabras santas. Aprendamos a controlar nuestras palabras, si hacemos esto podemos manejar y cambiar cualquier cosa, incluso las circunstancias que nos rodean y a nosotros mismos.
“No digan malas palabras, sino palabras que ayuden y animen a los demás, para que lo que hablen le haga bien a quien los escuche” (Efesios 4:29 – Versión PDT)
2.1.3. Tus acciones: La sociedad de hoy carece de principios y valores, o al menos éstos no son los mismos de ayer. El mundo está al revés, lo bueno es malo y lo malo es bueno. Esto ha provocado, entre muchas cosas, que las personas del Siglo XXI… hayan perdido su capacidad de confiar en otras personas. Ya no se cree por ejemplo, –o no tanto como antes-, en el testimonio de la iglesia y sus líderes.
Una vida santa empieza en los pensamientos de una persona, luego en la expresión de éstos a través de sus palabras y finalmente en la ejecución de sus hechos. De ahí que no es provechoso declararnos santos o “éticos” si nuestras acciones no acompañan lo que decimos.
Se cuenta la historia de San Jerónimo a quien sus discípulos se acercaron para preguntarle qué debían decir en un pueblo cercano donde pensaban evangelizar. Antes esto el santo respondió: “Vayan y predíquenles, y si es necesario utilicen palabras”.
“Si van a hacer algo digan que sí, y si no lo van a hacer digan que no. Todo lo que digan de más viene del diablo” (Mateo 5:37).
“Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20).
“ Un maestro de la Ley se acercó para ver si Jesús podía responder a una pregunta difícil, y le dijo: Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna? Jesús le respondió: --¿Sabes lo que dicen los libros de la Ley? El maestro de la Ley respondió: --"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas", y "Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo". --¡Muy bien! --respondió Jesús--. Haz todo eso y tendrás la vida eterna” (Lucas 10:25-28).
“Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos” (Santiago 1:22)
“Ya ven ustedes, pues, que Dios declara justo al hombre también por sus hechos, y no solamente por su fe” (Santiago 2:24).
Conclusión.
Los ministros del evangelio, no importando raza, nación, nivel educacional o social, todos y cada uno de ellos/as están llamados a vivir un estilo de vida diferente al que nos presenta el mundo, un estilo de vida guiado y juzgado por las Sagradas Escrituras, específicamente por la ética de Jesús que no es otra cosa que la ética ministerial, la cual debe caracterizarse en los individuos por un comportamiento de santidad en la cotidianidad.
La ética ministerial está lejos de ser un tema trillado, antiguo o pasado de moda, hoy más que nunca es necesario estudiar temas como éste que nos inviten a la reflexión y al cambio urgente de comportamientos anti ético que nada tienen que ver con los principios del Reino. Es tiempo de volvernos al modelo de conducta por excelencia, Aquel que logró vivir una vida santa, íntegra y justa en un mundo caótico, Jesús.
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