Iglesia Camino Real
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11.4. Ética social


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1.- el hombre es un ser social
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Nuestros primeros padres fueron creados por Dios en familia que se había de multiplicar (Génesis 1:28), y dotados de la facultad de comunicarse con lenguaje articulado consciente (Génesis 2:19-20). Por tanto, el hombre fue creado como un ser social y como tal, necesita ser justo también en este aspecto, por eso hablamos de una ética social.

 

2.- La justicia social.

La justicia social afecta específicamente a las relaciones sociales de individuos, empresas, comunidades, etc., en los aspectos laborales, salariales y demás.

Considera, pues, al hombre no en cuanto individuo, sino en cuanto ser social que debe cooperar al servicio del bien común desde la base, de la misma manera que el estado tiene obligación de fomentar ese mismo bien común desde la altura.

 

3.- Trabajo y propiedad.

El segundo cometido que Dios encargo al hombre recién creado fue, según la imagen de Dios en él, sojuzgar la tierra y señorearla (Génesis 1:28) Dios “lo puso en el huerto de Edén, para que lo guardar y lo labrase” (Génesis 2:15).

Con el pecado cambio la condición del hombre sobre la tierra, de manera que esta quedo maldita; resultó difícil y hosca para el hombre, el cual tiene que extraer de ella el fruto con sudor y fatiga (Génesis 3:17-19). El trabajo conserva los tres fines principales para lo que fue instituido:

a.- Producir algo.

b.- Desarrollar la propia personalidad, por el trabajo ejercita la capacidad creativa y artística del hombre.

c.- Cooperar al bien común, elevando el nivel de producción de bienes dentro de la sociedad.

 

De lo dicho se derivan dos consecuencias de capital importancia para tener criterios correctos sobre la ética social:

1.- La dignidad del trabajo: no hay ningún trabajo degradante para el hombre, con tal de que sea honesto y útil (Efesios 4:28; 1ª Tesalonicenses 2:9; 4:11-12; 2ªTesalonicenses 3:7-10).

2.- La legitimidad de cierta propiedad privada: puesto que el producto del trabajo del hombre es como una prolongación de su propia personalidad. La Biblia nos presenta a Dios como el verdadero dueño de la tierra (Génesis 15:17; Salmos 24.1), pero también vemos que Dios permitía en su pueblo poseer cosas para su bien y remediar las necesidades ajenas. Levítico 19:9-16 pregunta una serie de preceptos de justicia social.

 

3.- Deberes sociales de los creyentes.

A.- Amos y criados. Efesios 6:5-9; Colosenses 3:22-25; Colosenses 4:1, nos ofrecen principios éticos básicos para la convivencia social de amos y criados, aplicables a jefes y empleados.

a) los criados y empleados han de ser obedientes, sumisos y sinceros, trabajando de buena gana, como quien cumple la voluntad de Dios, no solo cuando los ve el amo, “con temor y temblor”, o sea, con respeto y sentido de la responsabilidad; sin “injusticias”, es decir, no defraudando con falta deliberada de rendimiento, ni perjudicando a los intereses del amo o de la empresa (Efesios 6:5-8; Colosenses 3:22-25).

b) los amos y jefes deben retribuir justamente, sin amenazas ni otros modos de coacción, sin acepción de personas, sabiendo de que también ellos tienen en los cielos un amo que les exigirá cuentas (Efesios 6:9; Colosenses 4:1).

 

Santiago 5:1-6 es una tremenda requisitoria contra los explotadores de jornaleros y obreros; vemos que en Santiago 2:1-13 acusa a quienes muestran aceptación de personas o favoritismo, deshaciéndose en atenciones con los ricos, mientras desdeñan a los de humilde condición.

 

B.- El derecho a la propia reputación.

Fácilmente se olvida que uno de nuestros deberes sociales es el de respetar la reputación ajena (Éxodo 20:16, Deuteronomio 5:20).

Santiago 3:1-12 describe el daño que puede hacer una mala lengua. Muchos creyentes que parecen extremadamente puritanos en otras materias, no tiene vergüenza en publicar secretos, fallos de otros hermanos ni en dañar su estimación con frases, gestos, reticencias o silencios calculados. El orgullo, el egoísmo o la envidia suelen estar en la base de tales actitudes muy poco cristianas. “Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto (Santiago 3:2).

Los escritores y periodistas tienen una grave responsabilidad a este respecto. Un pequeño detalle mal comprobado, cualquier inexactitud en la información de un hecho pueden producir un perjuicio de consecuencias a veces irreparables.

C.- Integridad y responsabilidad en el desempeño de la propia profesión.

El hecho de ser creyente debe estimular a una persona a responsabilizarse más que nadie en el ejercicio competente, integro, justo y responsable de la propia profesión. Los fallos de los creyentes en materia económica-social, son un contra testimonio lamentable.

Nadie debe esmerarse mejor que el creyente en dar el debido rendimiento en el trabajo, en retribuir justamente a los subordinados o empleados, en llevar honestamente un negocio, en ejercitar con integridad y competencia la propia profesión.

No puede aparecer como buen creyente el que no se esfuerza en ser un buen médico, abogado, profesor, obrero, jefe de empresa o empleado.
 


ÉTICA CÍVICA

EL GOBIERNO Y LA LEY CIVIL

Los bautistas siempre han puesto mucho énfasis en la separación de la iglesia y el estado. La herencia recibida de la iglesia Católica Romana es intervención, componenda y compromiso con el estado. Estas diferentes posiciones muchas veces resultaron en roces y los bautistas han sufrido persecución a causa de su postura biblia. Siendo que los bautistas han sufrido persecución a causa de su postura bíblica. Siendo que los bautistas y los ana-bautistas (peregrinos) tuvieron una presencia e influencia significante en la colonización y el establecimiento de la política Norteamericana, el legado de la separación de la iglesia y el estado domina allí.

En cambio, el catolicismo romano, en diversos grados de influencia por medio de su poder político es muy vulnerable a la avaricia, el orgullo y la conducta abusiva.

DIfERENTES DENOMINACIONES

La enseñanza de Cristo: Dad, pues, a Cesar lo que es de Cesar, y a Dios lo que es de Dios (Mateo 22:21) nos indicaría que hay dos lealtades separadas. La iglesia y el estado tienen distintas esferas de responsabilidad, pero cada uno inevitablemente influye la política pública y las convicciones morales. Si el gobierno es representativo o demócrata, no puede menos que reflejar el juicio de la sociedad en cuanto a las normas morales que se exigen de todos sus ciudadanos.

 

1.- las dos ciudadanías del creyente.

Por su condición de “cristiano peregrino” (1ª Pedro 2:11), el creyente tiene dos ciudadanías:

La del Cielo (Filipenses 4:3, Apocalipsis 3:5, 20:12-15, 21:27, 22:19), y donde le está reservado un apartamento (Juan 14:2-3), con tesoros que no pueden ser hurtados ni echarse a perder (Mateo 6:19-20).

Y la de la Tierra, puesto que está en el mundo (Juan 17:11-15-18) y debe obedecer a las leyes justas de las autoridades del mundo (romanos 13:1-8, 1ª Pedro 2:13-17).

Esta doble ciudadanía exige que el cristiano piense en sus deberes cívicos y se esfuerce por cumplirlos.


2.- El Estado.

Donde quiera que exista una comunidad de seres humanos, se precisa una organización. De la familia al clan, del clan a la tribu, de la tribu a la región o provincia y de estas a la nación y al Estado. La ciudad siempre ha sido el núcleo natural organizado, desde el cual de diversas maneras, se han constituido los diversos Estados a lo largo de la historia.

 

El concepto de nación (del verbo latino nascor = nacer), implica una comunidad de individuos asentados en un determinado territorio, con caracteres étnicos comunes:

Raza, lengua, historia y tradiciones, lo cual crea una convivencia de destino común, la idea del Estado contiene directamente la organización política de destino común, la idea del Estado contiene directamente la organización política de un país con personalidad jurídica y con unos límites territoriales determinados por la jurisdicción en que se extiende su soberanía.

 

El sistema político del pueblo judío era la teocracia, pues Jehová era el único Señor y Rey soberano de su pueblo. Este régimen del desierto continuo durante el periodo de los jueces, hasta que el pueblo insistió en tener un REY, lo cual constituyó un pecado a los ojos de Dios ( Samuel 8:7 – a mi me han desechado, para que no reine sobre ellos).

Durante la vida terrenal de Jesús, Palestina estaba bajo el yugo de los romanos, que la gobernaban por medio de un procurador, gobernador, el Sanedrín (Consejo supremo nacional y religioso de los judíos desde el siglo iii a. C. hasta el siglo i d. C), con un presidente y setenta ancianos, era la sede del gobierno religioso. El pueblo tenía que pagar los impuestos del César. La famosa respuesta de Jesús en Mateo 22:21 “Dad al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios”, es un principio básico para la ética cívica del creyente.

 

Jesús advirtió a los suyos que la profesión de la fe cristiana les crearía problemas con las autoridades, lo mismo que con el resto del mundo (Juan 15:18-21). La persecución es normal en la vida del creyente 2ª Timoteo 3:12, 1ª Pedro 4:12-16.

Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 4.19, 5:29) y deploran que los creyentes lleven sus pleitos ante los tribunales civiles paganos (1ª Corintios 6:1-7), pero mandan obedecer a las autoridades en todo o que no vaya contra la voluntad de Dios.
 

3.- Los sistemas políticos y la Ética cristiana.

La fe cristiana no está ligada a ningún sistema político, y el creyente es libre de simpatizar, votar, etc. A favor de cualquier partido o sistema político que salvaguarde el concepto de autoridad, libertad y dignidad de la persona y permita la profesión y el testimonio de las creencias religiosas de los ciudadanos. Los creyentes deben obedecer en todo lo que no sea contra su conciencia cristiana, a las autoridades de cualquier sistema político.

El cristiano tiene derecho a mantener y expresar sus opiniones políticas. Y si entra a la palestra política como ciudadano, que no olvide que es creyente.

 

4.- Deberes cívicos del creyente.

Sujetándonos a las enseñanzas del Nuevo Testamento, podemos decir lo siguiente:

  1. El creyente debe esmerarse en la obediencia a las autoridades y a las leyes, no solo por temor al castigo, sino en conciencia (Romanos 13:1-5). Estas leyes incluyen, las de tráfico, contratos, negocios, etc.

  2. El creyente debe esmerarse en pagar puntualmente tasas, tributos, contribuciones e impuestos, sin procurar excepciones ni favoritismos (Romanos 13:6-8).

  3. El creyente debe a las autoridades no solo obediencia, sino también honor y respeto (1ª Pedro 2:13-17).

  4. El creyente debe participar en la vida política. Aportando sus ideas, eligiendo a los mejores; gobernando y administrando con equidad, honradez y responsabilidad, si es elegido para puestos de mando.


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