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11.2. La verdad como principio ético


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Hay una clara diferencia entre la verdad y veracidad.

Verdad es la esencia del concepto, es absoluta y está basada en el carácter de Dios quien es la Verdad. Jesús dijo: Juan 14:6 “Yo soy el camino y la verdad y la vida”. Veracidad es la comunicación de la verdad e involucra una actitud. La verdad se describe mejor por las palabras relacionadas con ella.

 

PRINCIPIO NÚMERO 1.

Dios demanda integridad y odia la mentira y el engaño. Cristo declaro que el padre de la mentira es Satanás.

Dios es absoluto y veras, y solo su fiabilidad permite que el mundo subsista y que sea lógico y racional.

A la medida de que nos conformamos con la realidad (verdad), vivimos.

Cuando seguimos la mentira es completamente negativa, y amar la verdad es odiar la mentira.

Sin veracidad no hay integridad, y sin integridad no puede haber seguridad.

Cuando la mentira entra en la comunicación, no podemos confiar que la persona esta hablando la verdad.

Los Diez Mandamientos nos instruyen en la ley moral, la cual nos guía al propósito de nuestra creación: CONFORMARNOS A LA IMAGEN DE DIOS.

El apóstol Pablo reconoció su aplicación en nuestra vida actual (Efesios 6:1-4) y sus principios siguen guiándonos para las buenas obras, las cuales Dios preparo de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).

El noveno de esos mandamientos nos ordena no hablar falso testimonio contra nuestro prójimo.

Zacarías nos revela las obligaciones ÉTICAS de una vida de fe y los valores positivos de la verdad. Estas son las cosas que habéis de hacer: hablad verdad cada cual con su prójimo, juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas (Zacarías 8:16).

Pablo señala esta obligación cono una de las características del nuevo hombre en Cristo.

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros (Efesios 4:25).

La veracidad es una virtud importante en el hombre de Dios. Dios demuestra su odio a la mentira al excluirla específicamente del cielo. No entrara en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 21:27).

Como hijos de Dios animados con el deseo de agradar a nuestro Padre Celestial, debemos evitar este pecado. Tenemos que hablar la verdad y ser veraces.



PRINCIPIO NÚMERO 2.

Todo creyente es llamado a ser santo porque Dios es Santo (1ª Pedro 1:16), pero especialmente incumbe al pastor dar el ejemplo. “No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplo de la grey” (1ª Pedro 5:3).

Como lideres debemos comprender el rol de las virtudes en el carácter, el lugar de los valores en la conducta, y la manera de desarrollar la integridad por medio de la obediencia bíblica.

Una persona tiene que SER ALGO antes de poder HACER ALGO.

Quien es integro habla la Verdad – y es Veraz.

La conducta pastoral es crucial para llevar a cabo el ministerio. Los pastores tienen que crecer en fe y en integridad así como todo creyente. Quiero decir que un pastor o líder de la iglesia tiene que procurar (Filipenses 2:12 y 13) ser una persona de integridad y confianza tanto en su vida personal como en su vida pública.



LA VERDAD DENTRO DEL CONFLICTO MORAL

En las Escrituras hay ejemplos de mentiras que parecen tener la aprobación de Dios.

Las parteras hebreas en Egipto mintieron a Faraón acerca de matar a los niños recién nacidos. (Éxodo 1: 17- 21).

Rahab, la ramera, mintió acerca de los espías hebreos que ella había escondido (Josué 2: 1-14; 6:25).

Abraham mintió dos veces a Faraón y a Abimelec en cuanto a su esposa… (Génesis 12:13; 20:2).

A veces obligaciones morales están en conflicto.

No podemos descuidar el espíritu de la ley al intentar guardar la letra de la ley.

A eso se refirió Cristo, en Marcos 2:27 cuando dijo: EL DIA DE REPOSO FUE HECHO POR CAUSA DEL HOMBRE, Y NO EL HOMBRE POR CAUSA DEL DIA DE REPOSO.

En varias ocasiones Cristo reprendía a los fariseos por su falta de amor en su aplicación de la ley (Lucas 11:42).

Los cristianos vivimos en dos frentes, el Reino de Dios y el mundo. Puesto que son opuestos y sabiendo que los cristianos tenemos responsabilidades en los dos, son inevitables los conflictos.

Cuando hay conflicto en nuestros deberes morales tenemos que obedecer primero el deber MAYOR, dándonos cuenta, sin embargo, que desobedecer el otro es pecado y requiere confesión, arrepentimiento, y perdón.

Por ejemplo, matar con el fin de defenderse no está prohibido en la ley de Dios (Éxodo 22:2) pero matar por razones personales es homicidio y pecado.

En cuanto a los tres ejemplos de la mentira en el Antiguo Testamento mencionados, y aparentemente justificados por Dios (Santiago 2:25; Éxodo 1:20; Génesis 20:17), tenemos que comparar las Escrituras con las Escrituras para descubrir cuando la obligación a hablar la verdad pueda ser atenuado por las circunstancias.

En Lucas 24:28 Cristo, hizo como que seguiría adelante pero en realidad tuvo la intención de quedar con los discípulos.

Al contar un chiste, el elemento de decepción provee lo chistoso. En los juegos como ajedrez o futbol la decepción es parte del juego. En las expresiones sociales tal como: “¿Cómo está?”-se contesta: “Bien, gracias”, no es un asunto de veracidad sino de cortesía.

Si la guerra es legítima, se hace con todas las armas disponibles, incluyendo la decepción. Dios puso emboscadas (2ª Crónicas 20:22) y mando a Josué a utilizar una estrategia de decepción (Josué 8:2), bendijo a Rahab por su decepción (Hebreos 11:31), al ocultar a los espías y devolverlos a Palestina.

La actividad de decepción de la policía es seguramente cosa buena cuando resulta en la captura de criminales.

En el manejo de la verdad, no es siempre obligatorio hablar la verdad. A veces podemos quedar callados así como Cristo lo hizo en su juicio ante Herodes (Lucas 23:8), simplemente no contesto sus preguntas.

La confidenciladas y el sigilo son valores bíblicos necesarios para la consejería en asuntos privados. A veces se permite una verdad parcial para evadir la revelación de la completa verdad como lo hizo SAMUEL, Dios mismo lo instruyo a llevar un animal y decirle a Saúl que iba a hacer un sacrificio, aunque fue con el propósito de ungir a David como Rey (1 Samuel 16:3).

A veces la ambigüedad es aceptable para ganar la atención de una persona demasiado inquisitiva tocante a un secreto razonablemente guardado.

Para comprender cualquier parte de la Biblia es necesario compararla con el contenido entero. Vemos la necesidad de estudiar el CONTEXTO.

Cuando la decepción es lamentablemente necesaria no es un bien incondicional, puede ser un pecado. Nunca nos olvidemos que la “maldad menor” es una maldad y no un bien.

El carácter de Dios no cambia y sus leyes reflejan su carácter.

Algunas circunstancias nos obligan a escoger entre dos males, pero el mal siempre es mal. Esto no quiere decir que no hay NIVELES mayores y menores del pecado.

Santiago 2:10 declara que cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.

Esto nos indica la unidad de la ley. Cualquier violación de la ley resulta en culpabilidad y la pena tiene que ser pagada. Ahora, para los redimidos ya ha sido pagada, por Cristo en la cruz.

Hay grados de castigo en el infierno, donde los muertos serán juzgados por la cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras (Apocalipsis 20:12)

Cuando hay conflictos morales inevitables, es necesario obedecer la ley Mayor. Dios mando a Abraham matar a su hijo inocente, Isaac (Génesis 22), la ley mayor era la obediencia a Dios; la ley menor era no matar.

.Al sacrificar Jefté a su hija (Jueces 11), escogió entre pagar su voto a Dios y matar a una persona inocente. Parece que las Escrituras aprueban su elección.

Sansón se suicido, acto aprobado divinamente (Jueces 16:30). Cristo declaro claramente que el mandamiento de amar a Dios es el primer y gran mandamiento.

Obedecemos a Dios antes que al gobierno (Daniel 3, 6; Hechos 4,5).

A Dios antes que a los padres (Lucas 14:26). La misericordia se considera mayor que la verdad.

Toda maldad, por muy pequeña que sea es pecado; es preciso reconocerlo como tal, confesarlo, y recibir el perdón.


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